Testimonio de una misionera en la Amazonía en tiempos de pandemia

Ha transcurrido un año después del Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre, y que concluyó con un texto titulado Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.

Y nos preguntamos si se están dando pasos para que los sueños que plasma el Papa Francisco en La Exhortación apostólica postsinodal: “Querida Amazonía”, se van concretando:

Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida (7. QA).

En mi experiencia como misionera en el Vicariato San José del Amazonas, además madre y docente de la IESM. San José de Indiana, me ha permitido defender el derecho a la educación en tiempos de pandemia que tienen los estudiantes de la rivera del rio amazonas, que pertenecen  a nuestro Colegio secundario.

Con ayuda del equipo misionero que me facilitó el uso de la impresora de la casa y papel de catequesis, para imprimir temas de las área de comunicación, matemática y DPCC, que el MINEDU colgaba en la plataforma de “aprendo en casa” y lograr que a partir del 2 de junio 2020, se llevaran las madres y padres  de familia una esperanza a casa para que sus hijos continúen con sus estudios.

El Ministerio de Educación, había prometido tabletas para los estudiantes que no tuvieren conectividad y nuestro Colegio no fue focalizado para dicho beneficio, al empezar con dos familias una de San Luis y otra de Indiana, en un mes ya teníamos un aproximado de 100 estudiantes con el beneficio de copias, los meses fueron transcurriendo y van llegando más estudiantes, junto con sus problemas, uno de los menos dolorosos, el embarazo precoz, que con el apoyo de un seminarista psicólogo, les brindamos acompañamiento en su rama médica y la defensa de su derecho como mujer-madre y la del hijo porque el adolescente que la embarazo, niega su paternidad, adolescentes abusadas por sus parientes, además de robarles la inocencia le roban su derecho a la educación y el derecho a su familia porque la arrebatan de su casa paterna.

Y lo más doloroso  fue el suicidio de una estudiante de 4to grado, que por  llenar la necesidad de afecto en una persona mayor, se vio envuelta en una situación que no pudo manejar por su inexperiencia y su silencio, tomando esta trágica decisión.

Los padres de familia  no sabemos que hacer ante esta situación de pandemia y los derechos de los más vulnerables niños (as), adolescentes, mujeres y ancianos está  en peligro aun en el aislamiento.

Los alimentos, que en tiempos de supuesta normalidad escaseaban en el hogar de las familias, ahora se ha acentuado y se ven obligados a salir todos a buscar la manera de cubrir sus necesidades básicas de alimento y vestido, una necesidad que se ha hecho indispensable la tecnología digital, así que los padres les permiten a los estudiantes trabajar y dejar el estudio en segundo plano, porque el ministerio de educación no se pronuncia y decide cual es la situación de los estudiantes que no han buscado o no se les ha dado la oportunidad de una estrategia de acuerdo a sus posibilidades.

El aislamiento nos ha dejado más desprotegidos porque antes, al reunirnos en la escuela o en la iglesia compartíamos el dolor, ahora esto no es posible y el hogar que debería ser el seguro, ha resultado con más peligros por la violencia en varios ámbitos. El silencio de los últimos no llega a ser escuchado.

Los consorcios madereros no han parado, ni en pandemia, porque pasan las chatas llenas de madera por el río amazonas, siguen saqueando la selva, esclavizando al hombre, dejando familias divididas y abusando de las mujeres.

Las autoridades en vez de estar en favor de los sin voz, protegen a los que tienen el poder del dinero, urge formar la conciencia de los que sirven al pueblo, formar  a los futuros dirigentes  con los valores de honestidad, respeto, fraternidad, reconocer al otro como mi hermano porque ambos somos hijos(as) amados del Dios creador, que nos ama tanto y mando a su Hijo Jesucristo  para que todos tengamos vida en abundancia.

La presencia misionera en estas tierras es necesaria y urgente, la Iglesia con su fuera moral se hace presente y en el acompañamiento que damos  ante las autoridades civiles, son escuchados los más desprotegidos en este pedazo de la amazonia.

Mónica Adriana Mendoza Calleja (Misionera laica del IMIS)

Indiana