Sor Mª José Cruz Cruz, una misionera de corazón

Sor María José Cruz Cruz, de 38 años, Misionera de la Misericordia del Sagrado Corazón de Jesús, es la superiora de la comunidad que esta congregación tiene en Indiana. Con seis años en la sede vicarial, conoce la vida misionera e incluso sabe lo que es ser la responsable del puesto de misión. Sor María José es una misionera «todista»: albañila, carpintera, chacrera, guitarrista… además de catequista y animadora experta de la fe. Y pinta unos cuadros extraordinarios. He aquí una pequeña entrevista.

VASJA: ¿De dónde eres originaria?

Sor María José: De Papantla, Veracruz (México)

 

V: ¿A los cuántos años iniciaste tu vida religiosa?

SMJ: A los 20

 

V: ¿Cómo supiste cuál era tu vocación?

SMJ: El Señor me fue mostrando poco a poco qué es lo que quería de mí, no precisamente ser religiosa, pero desde niña me gustaba participar de las cosas de la iglesia, era parte de un grupo juvenil, también era catequista, monitora y de lo que se ofreciera en mi parroquia. Me gustaba salir con los sacerdotes de mi parroquia a las comunidades; hasta que se realizó un retiro vocacional de dos días, fue ahí donde el Señor me dejo muy claro lo que quería, no se me olvida la frase: “La mies es mucha y los obreros pocos”… fue casi al terminar el retiro con la Hora Santa, tenia esa frase en mi mente, Sor Mariana dijo: en este momento el Señor te llama a servirle, qué le respondes: Miré al Santísimo, cerré mis ojos y le dije: “adónde me lleves, ahí te serviré”. Fue donde tomé la decisión de ingresar a la Comunidad, sabía que estaba lejos, pero en ese momento no importaban distancias, ni tiempo, Jesús ya me había enamorado. Me había preparado de tiempo atrás. Cinco años impartí catequesis frente a una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y ahí junto con el grupo de niños hacíamos la oración inicial y final de la catequesis cada ocho días, y siempre he pensado que cuando tomé la decisión del ingreso, el corazón de Jesús ya había hecho su trabajo en mí.

 

V: ¿Cuál ha sido tu experiencia como misionera?

SMJ: Desde la casa central he participado en la formación de catequistas, que me gustó mucho, las misiones de Semana Santa en las comunidades, estuve también en el año 2007en la parroquia San Marcos Evangelista, en la Chinantla, Veracruz, ahí era la encargada de la Pastoral Profética, esto conllevaba a visitas a caseríos, formación de catequistas, formación de celebradores y ministros de la Eucaristía, pastoral juvenil, organización de presacramentales y el coro juvenil. En el año 2012 estuve en Parral, donde apoyé con la formación de catequistas en Ojinaga, en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y apoyando en misiones esporádicas según lo requería la comunidad; hasta el 2016 que fui enviada al Perú, al Vicariato Apostólico San José del Amazonas donde estoy hasta ahora, aquí nos ha tocado dirigir la parroquia por falta de sacerdote, estamos en Indiana, la sede vicarial, acá nuestro trabajo pastoral es por el río Amazonas, nuestro medio de transporte son pequeñas embarcaciones y navegamos hasta 12 horas para llegar a las comunidades que están a orillas del río. Cuando baja el agua tenemos que caminar entre sembradíos de arroz. Tenemos formaciones de catequistas, de líderes juveniles, animadores cristianos, formación a papás y padrinos, visitas familiares, coros, apoyamos en el colegio secundario con clases de religión, y así mismo en las comunidades que vistamos damos una jornada completa de clase de religión, visitamos a los enfermos.

 

V: Según tu vocación, ¿qué te motiva ir a una misión?

SMJ: El estar con la gente y el interés que ellos tienen de escuchar el mensaje que llevo. Cuando llego a un lugar me gusta mucho ver el rostro de las personas, me gusta saludarlos, hablar con ellos, sentarme ahí donde se sientan ellos, es entonces cuando ya no ven a una persona ajena, ven a una hermana, ahí nace la motivación para continuar o para regresar, sin importar el cansancio que esto conlleva, ahí se olvida todo. Y me dan ganas de continuar.

 

V: ¿Qué te deja el servicio en las misiones en tu vida personal y espiritual?

SMJ: En mi vida personal me deja una alegría grande y un agradecimiento primero que nada con Dios porque me ha permitido ser parte de esto, a la Comunidad que ha depositado su confianza en mí, a pesar de mis fallos, la satisfacción de que vale la pena dejarlo todo con tal de ganar a Cristo, como dijo San Pablo y sentirme realizada como mujer en esa maternidad espiritual que toda religiosa debe tener. En mi vida espiritual me deja una buena relación con Dios, pues he experimentado que si he logrado algo es gracias a Él, a través de la oración recargo las pilas para continuar, pues no puedo hablar de alguien a quien no conozco. Ahora puedo decir que es en esos pequeños o largos momentos de rodillas frente al sagrario es donde captamos mejor la señal para hablar con Jesús y llenarnos de Él, ahí nos da su Corazón lleno de amor para darlo a los demás.

 

V: En tu experiencia, qué recomendarías a otros que tienen la inquietud de vivir la misión como parte de una vocación?

SMJ: Que respondan a Jesús con valentía, Él nunca los dejará solos, y que cada misión que vivan, la vivan como si fuera la primera y la última, poniendo el corazón en todo lo que realicen, y, sobre todo que no olviden que somos los portavoces de Dios, transmisores de su misericordia.