
El pasado 11 de junio, en el frontis del centro de salud de Caballo Cocha, se celebró la ceremonia de entrega de una planta de oxígeno que permitirá abastecer a la población de 48 balones de 10 m3 por día, lo cual constituye un importante avance en la lucha contra la pandemia COVID-19 en la provincia fronteriza de Ramón Castilla.
La planta llegó a través de la iniciativa «Respira Perú» de la Conferencia Episcopal Peruana y fue entregada por la hermana Martha Alicia Reynoso HFJC, responsable del puesto de misión de Caballo Cocha, junto con el diácono Jovino Arimuya, ambos en representación de Mons. José Javier Travieso Martín, obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas y máxima autoridad de la Iglesia católica en la región. Las autoridades presentes agradecieron a la Iglesia su preocupación a favor de la población, que ha sufrido y sigue sufriendo en esta pandemia, y enfatizaron que «gracias a Dios ya tenemos la planta oxígeno que abastecerá las necesidades de los pacientes que todavía siguen afectados y los que están en recuperación del COVID». También expresaron que Caballo Cocha ya está preparada para enfrentar la siguiente ola que se avecina.
El alcalde provincial no accedió a firmar el acta de entrega en público, aduciendo que no se firma un documento en la calle. De hecho, los días anteriores había manifestado a la población que por su medio se logró todo, puesto que tocó muchas puertas. Esto puede corroborarse en la página web municipal, donde puede leerse que «la MPMRM (Municipalidad Provincial de Mariscal Ramón Castilla) entrega planta de oxigeno», o que «la autoridad municipal concretó este logro».
En la ceremonia de entrega, sin embargo, fue presionado para aceptar y declarar que la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) es quien hizo posible obtener esta planta de oxígeno. La realidad se visualizó en la firma del acta de entrega, verificada horas más tarde, en la que el alcalde rubrica que recibe de la CEP, a través del Vicariato representado por la hna. Martha Reynoso, la planta de oxígeno, en cesión de uso por un año. La Iglesia entrega gratuitamente, la municipalidad recibe; la Iglesia siempre a favor de la vida del pueblo, desinteresadamente, como se ha demostrado siempre y recientemente en este tiempo de pandemia.