Encuentro de misioneros de agosto: retiro, convivencia y formación

Tres años después, los misioneros del Vicariato pudieron disfrutar de unos días especiales en el año: el tradicional encuentro de agosto. Comenzó el viernes 5 con la llegada a Punchana a la hora de la cena. El sábado 6 por la mañana, los misioneros se desplazaron en buses contratados al lugar llamado Tagaste, en la carretera Iquitos-Nauta, donde compartieron una jornada de distendida convivencia con oración, dinámicas de conocimiento y diálogo, deporte, juegos de mesa, piscina, baile y almuerzo compartido. En la tarde, dos deslizadores llevaron al grupo, formado por 45 personas, a Indiana, donde se desarrolló el resto del encuentro.

La mañana del domingo 7 fue dedicada a retiro. Acompañaron como facilitadores el p. Nelson y la hna. Lucía Shultz, de la CONFER de Lima. Un clima de silencio y encuentro con Dios llenó Indiana. En la tarde estaba programada una capacitación acerca del espinoso tema de prevención de abusos a menores, a cargo de los mismos ponentes. Resultó interesante y provechosa, para seguir profundizando.

El día lunes 8 estuvo dedicado a la formación por vocaciones específicas. Los tres grupos (religiosos, laicos y sacerdotes), trabajaron de forma independiente, con la ayuda de la hna. Lucía y el p. Nelson (religiosos-as), Henry Vásquez y Mayte Galarreta, de Kairós-Lima (laicos-as) y el p. James Sáenz, vicario general del Vicariato de Iquitos (presbíteros). Por la tarde tuvo lugar el taller sobre la trata de personas, a cargo de la hna. Isabel Miguélez, de la Red Kawsay, y una información acerca de JPIC nacional por la hna. Anna.

Los dos días restantes estaban reservados para continuar con la elaboración del Plan Pastoral Vicarial. Con la ayuda de Mayte y Henry, los misioneros culminaron los trabajos del Marco Doctrinal y el Marco Situacional, y siguieron practicando y aprendiendo a hacer el POA (Plan Operativo Anual).

En un ambiente de gran entusiasmo, se celebró la Eucaristía de clausura, con un bonito momento de envío en que los misioneros más antiguos de cada una de las cuatro cuencas entregaron a los compañeros unas semillas como signo de promesa y bendición de Dios. La noche cultural, como es costumbre, puso el final a unos días intensos, alegres y muy bien aprovechados.