Crónica misionera desde el Bajo Amazonas

Desde Caballo Cocha ya realizamos tres viajes a las comunidades nativas más alejadas y olvidadas. Todas comunidades Yagua y una Ticuna. Algunas nunca habían sido visitadas por misioneros, otras fueron acompañadas desde Colombia ya que para llegar a esas comunidades hay que surcar unas cinco horas por territorio colombiano, otras visitadas por los frailes franciscanos que antes de su partida los han acompañado a organizarse en una federación, y otras dos que recordaban con gratitud la ayuda que las hermanas les llevaron durante la pandemia.

Al programar los viajes surgen las preguntas: ¿qué hacer?, ¿desde dónde acompañar? Y las respuestas no pueden ser otras que la de los grandes misioneros de la Amazonía como Juan Marcos Coquinche: “Vienes a aprender, no a enseñar”. Y en plena sintonía con el Sínodo de la Amazonía: “Mientras luchamos por ellos y con ellos, estamos llamados a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos” (Querida Amazonía 72).

Y así nos presentamos: “venimos como amigos, a aprender, a escucharlos y como Iglesia estar del lado de ustedes y acompañarlos en sus luchas”.

De a poco fue naciendo la confianza, se abrieron los corazones y empezamos a recibir el tesoro de sus mitos, sus narraciones y a la vez el dolor de sus luchas.

Nos queda una tremenda responsabilidad ya que nos comprometimos a acompañarlos en sus luchas por la vida, la cultura y la tierra. Y ya cuentan con eso ya que han venido a visitarnos y ya hemos podido acompañarlos en algunas cuestiones. Seguiremos creciendo en amistad.

Fuimos huéspedes en sus casas y en Caballo Cocha son huéspedes en nuestra casa.

Ojalá, junto a ellos, podamos descubrir el nuevo modo de vivir el Evangelio que Dios nos tiene preparado en medio de estas comunidades nativas.

P. Matías Viñas