Dominik Szkatula
¿Qué hace una polaca en la Amazonía?
Dios llama y llama a quien quiere, cuándo, cómo y dónde quiere. Yo nunca dudé que estuve en su lista, pero nada de alguna preferencia, no. Igual a otros que llama para otros oficios.
Poco a poco, siendo joven todavía, me sentía muy atraída por la vida de Jesús. En tiempo de comunismo en Polonia para una joven, los valores como la verdad y libertad fueron muy importantes. Desde esta coyuntura nace en mí un deseo de ser útil para los demás: necesitados, sufridos, perseguidos.
Paralelo me planteaba una pregunta. ¿Por qué los laicos, siendo la abrumadora mayoría en la Iglesia somos casi insignificantes?, ¿predestinados tan solo para obedecer y cumplir lo que nos manden? Con una cierta rebeldía, quise ser más activa en mi Iglesia. Las misiones fueron una gran oportunidad para ello. ¿Por qué solo los sacerdotes, religiosos o religiosas? Me peleaba con Dios. Y comencé a perseguir mi sueño… y así, joven, con una guitarra bajo el brazo, usando unos modernos jeans, y dejando a mi amado Gregorio, interrumpí los estudios de ingeniería y me preparé para ser catequista. Comencé a trabajar como tal en Viena en Austria (1980-1982) con los migrantes en una Iglesia Polaco-Austriaca.
Y lo logré, algo casi imposible, pero no para Dios. Hoy con 37 años en las misiones sé en mi propia piel que todos podemos tomar parte activa en la misión salvífica de Cristo. Me considero suertuda porque viviendo en la Amazonía uno vive más cerca de Dios y el trato con la gente sencilla y humilde que la habita te permite tocarlo.
Vine al Perú en 1982 a los 24 años, decidida a quedarme toda la vida. No sé si supe bien lo que decía en aquel entonces pero sigo aquí con el entusiasmo en el mismo Vicariato San José del Amazonas.
¿Dónde he vivido y trabajado?
A lo largo de tantos años he conocido todo el Vicariato trabajando en diferentes puestos de misión y desplazándome anualmente a todos durante mi servicio de 11 años como Coordinadora de la Pastoral del Vicariato (2005-2016). Ciertamente, un adelantar los tiempos… Hoy me desempeño como coordinadora de la Pastoral Indígena.
Los lugares más significativos en mi vida misionera fueron Tamshiyacu (1983- 1986), mi primera misión, la que considero mi primera “universidad de la inculturación”, luego San Pablo (1986-1992), lugar donde pastoralmente atendía a los leprosos y a las comunidades aledañas.. En el año 1994 asumí el servicio de la Coordinadora de la Pastoral Juvenil Vicarial y en el año 1999 a 2002 fui elegida para ser la Coordinadora Regional de la misma. En el Amazonas pasé 10 años y el resto en el río Napo, un gran afluente del Amazonas, donde vivo más tiempo. Primero fue en Tacsha Curaray (1992-2000); el obispo Guibord me pidió ocuparme de esta misión, después de la muerte del misionero laico canadiense, ya de mucha edad, Carlos Trudel. En este mismo río Napo, en el pueblo de Mazán, con otras dos mujeres laicas y colaboración de animadores y catequistas, creamos una nueva parroquia.
Mis últimos 4 años (2016 -2020) vivo entre los indígenas Kichwas en la Misión Napuruna “Pachaya” (o sea Padre y Madre del tiempo y del espacio) en Angoteros, pueblo ubicado cerca de la frontera con el Ecuador.