
🟢¿Qué importancia tuvo el Papa Francisco para América latina, para los pobres y para la Amazonía?
Cuando Francisco fue proclamado Papa, todo el mundo aceptó que era argentino, pero por si acaso, era mejor que tuviera raíces europeas, y no dejaron de añadir que venía de Italia. Nos hemos acostumbrado a la idea como si la Iglesia fuera Europa, y sin embargo no puede ser así, la Iglesia, ante todo, es universal. Después de miles de años, finalmente un Papa, no europeo, que cambió el rostro de la Iglesia, para la cual hoy los problemas de América Latina se vuelven importantes. Entre otros, tales como: los pobres y excluidos, los migrantes, la violencia, los conflictos sociales, la discriminación los pueblos indígenas, la trata de personas y el narcotráfico, la protección del medio ambiente, con especial énfasis en la defensa de la Amazonía y, por supuesto, los abusos sexuales en la Iglesia y el clericalismo, el cual más daño le ha hecho a la Iglesia según las palabras del mismo Papa Francisco.
Los mensajes de fraternidad, de paz, de ayuda mutua de Francisco para llevar esperanza a los más excluidos de esta región, se han convertido en una voz y una autoridad significativa para los más pobres. Estaba muy comprometido con los pobres, los migrantes y los excluidos, desde los simples y conmovedores gestos de misericordia hasta las duras críticas a los responsables de sistemas capitalistas inhumanos que condenaba abierta y valientemente.
Tan pronto como supimos que el Papa Francisco iba a visitar el Perú y quería reunirse con los indígenas de la Amazonía continental, es decir, representantes de nueve países, sentí que junto con los indígenas Kichwas, con los que trabajo aguas arriba del río Napo, en el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, seríamos parte de este acontecimiento histórico. Y así sucedió. En enero de 2018, el Papa Francisco llegó a Puerto Maldonado. Es increíble que eligiera este lugar, un pequeño pueblo, habitado por apenas 65 mil habitantes y ubicado en la frontera con Bolivia y Brasil.
Se concentran aquí muchas problemas sociales que son muy graves en toda la Amazonía. Estos incluyen: devastación ambiental masiva, contaminación de los ríos con mercurio y otros metales pesados, tala indiscriminada de árboles, explotación primitiva del oro y consecuente destrucción de los ríos, trata de personas, contrabando de drogas, desprecio por la cultura ancestral, ausencia total de gobierno en estas regiones, etc.
El Papa Francisco dio gracias a Dios por haber podido encontrarse con los pueblos indígenas, por la oportunidad de conocerlos y escuchar sus historias, a menudo muy difíciles, a menudo marcadas por el sufrimiento. Pero el sufrimiento y el dolor que los habitantes de estas tierras han experimentado a lo largo de los años y siguen experimentando, no ahogaron, misteriosamente, su esperanza, como se lo pudiéramos ver en sus hermosas y dinámicas danzas con las que saludaron a Francisco. En un momento dado, Francisco también explicó por qué quería justamente en este lugar comenzar su visita a Perú, lo que le mereció muy calurosos aplauso.
Pues, durante su estadía en Puerto Maldonado, comenzaron las preparatorias para un evento sin precedentes: el Sínodo de la Amazonía. Allí estuvieron presentes obispos de nueve países de la Amazonía: Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Surinam, Guyana, Guayana Francesa y Perú.
El documento «Querida Amazonía», como uno de los frutos del Sínodo, se elaboró, principalmente, a base de la escucha y diálogo con varias etnias indígenas de estos nueve países de América del Sur. Con mucha anticipación, el Papa Francisco, les solicitó a los indígenas para que propusieran cambios audaces en la ecología y en la Iglesia de la Amazonía, que busquen nuevos caminos. También pidió consultas a las conferencias episcopales, a los misioneros, a los expertos, etc.
¿Por qué un Sínodo para la Amazonía? Bueno, es un área extremadamente importante para el ecosistema de nuestro planeta, que es una fuerza dadora de vida para todo el mundo. Las selvas tropicales ecuatoriales proporcionan el 20% del oxígeno del mundo y mitigan los efectos del calentamiento global. El Sínodo ha brindado la oportunidad de emprender una profunda reflexión sobre la posición y las acciones de la Iglesia en este tema.
¿Y qué le pidieron a Francisco los indígenas de la Amazonía? Piden la evangelización, no la sacramentalización, piden una sólida e integral formación humana, cristiana y política. Quieren que sus hijos tengan acceso a la educación, pero quieren que la escuela no les robe ni destruya sus tradiciones, costumbres, lengua materna, cultura o su sabiduría ancestral. Nos invitan a conocer mejor y más profundamente su cultura, a aprender sus idiomas, y entonces, cuando los conozcamos de verdad, nos daremos cuenta de que ellos también creen en el mismo Dios, que luchamos por los mismos valores y por una vida digna. No rechazan a la Iglesia, quieren que los acompañemos en la defensa de sus territorios, porque sin ellos no son nada. Su vida, su tierra, su cultura y su Dios están ahí. Sí, encuentran a Dios en el bosque, y cuanto más se adentran en la selva, más cerca están de Dios. Por lo tanto, defender la selva no es solo luchar por la comida, agua, plantas medicinales, madera para la construcción… Es también, y quizás por encima de todo, luchar por la casa de Dios. Y quieren proteger este «Santuario» a toda costa.
Francisco, realmente con muchísimo respeto y cariño, se acercó a los indígenas, recordándoles: «Muchos han escrito y hablado de ustedes. Ahora es el momento de que Uds. mismos se definan y muestren su identidad». Y Francisco seguía diciéndoles para que en plena libertad y confianza digan a la Iglesia cómo quieren vivir, celebrar la vida, cómo quieren organizarse, desarrollarse, rezar y comunicarse con Dios.
Por otra parte, QA, nos pide o hasta nos exige hoy, dejar de imponerles, a los pueblos amazónicos, nuestra forma de vivir, de actuar, de celebrar la fe, no sustituir sus ritos y sus sacramentos por los nuestros, sino más bien reforzar lo suyo. Reconocer su sabiduría milenaria y aprender de ellos, desaprendiendo y reaprendiendo.
En otras palabras hemos de poner freno a un cristianismo colonizador occidental, que viola y aniquila, frecuentemente, las presencias divinas en múltiples culturas amazónicas, en su cosmovisión, sus ritos propios, su espiritualidad, su mística y su religión original, etc.
Que QA no nos deje caer en la tentación de seguir nosotros hablando de ellos, sin que ellos mismos se definan.
«No se dejen robar la esperanza» – las palabras pronunciadas durante la visita de Francisco en el Perú – resuenan, hoy, muy fuertemente, cuando Francisco ya no está entre nosotros. ¿O más bien está como nunca?