Estrecho

Parroquia San Antonio de Padua

Equipo misionero

Rosa Gómez Chávez
Misionera Parroquial del Niño Jesús de Praga

Isolina González Reynoso
Misionera Parroquial del Niño Jesús de Praga

Félix Sosa Ríos
Misionero laico

Pablo Jareño López-Cuervo
Sacerdote diocesano 

Francisco Javir Pla García
Sacerdote diocesano

Reseña Histórica

El 2 de mayo de 1953, el Prefecto Apostólico nombraba al R.P. Medardo Andrés cura-fundador de un nuevo puesto de misión y el primero en el Putumayo. Le daba como compañero indispensable a un mecánico a toda prueba, excelente carpintero y muy hábil en todo, el V.F. Magloire Chabot.

Salidos de Iquitos el 7 de julio del mismo año, con un pequeño convoy de tres botes: el San Diego remolcando al Santa Magdalena y el San Antonio, cargados de provisiones para un año, estos dos misioneros bajaron el Amazonas para surcar luego el Putumayo hasta El Estrecho, llamado así este lugar, debido a la estrechez del río. Después de 22 días de navegación, o sea 7 días sobre el Amazonas, costeando una parte de Colombia y del Brasil, y 15 días sobre el Putumayo, lo que corresponde a un recorrido de cerca de 756 millas, llegaron al sitio escogido.

Una radio emisora traída de Canadá por el Padre Juan-Bautista Langlois, a su segundo regreso, alivió el peso del aislamiento del Padre Medardo. Sin embargo, hay que vivir las experiencias de un primer contacto en territorio desconocido. Escuchamos al Padre comunicarnos lo que sus ojos han visto y lo que su corazón sintió.

«… Llegamos en plena selva. Después de haber visitado los alrededores durante dos días, hemos escogido un terreno elevado sobre el nivel del río en veinte pies. En seguida, hicimos un agujero en la selva para desembarcar nuestra carga. Contratamos hombres para construir una casita de madera de troncos de árboles con techo de hojas de palmeras entretejidas. El 10 de septiembre  plantamos las vigas, armazón de la capilla, que será terminado por la misa de Natividad.

 El domingo, iré a celebrar la misa en la casa del vecino, a diez minutos en canoa. Vivimos en nuestros botes. El Hno. Magloire tiene su cama en el San Diego, su remolcador, y yo, tengo la mía  en mi Santa Magdalena. Es en la Albaringa, bote sin motor, donde celebro la misa durante la semana y cocino. Cada uno lava su ropa como puede.

No nos falta el trabajo ni las posibilidades. Y un hombre con falta de coraje o de amor al trabajo podría o estaría tentado de buscar una vida más apacible en un puesto bien organizado. Mi único temor es el aislamiento de todo sacerdote para aconsejarme. El sacerdote vecino se encuentra a seis o siete días de viaje por bote y en otro país, Colombia. Pero tengo confianza que el Señor me ayudará.»

En 1958, la antigua residencia fue renovada enteramente y la construcción de una iglesia más amplia podía empezar. El funcionamiento de una escuela mixta no lejos del Iglesia no tarda en atraer a la población. Ya unas veinte familias viven en la vecindad de la misión, formando una línea de techos paralelos al río.

En marzo de 1959 llegaron cuatro religiosas peruanas, las Misioneras Parroquiales del Niño Jesus de Praga, para asegurar más la educación de esta juventud sobre la cual se basan las más grandes esperanzas. Las primeras hermanas que llegaron a la selva fueron: la hermana Jacinta Orbegoso que tenía el cargo de superiora, la hermana  Marta Castillo, ambas profesoras, y la hermana Lucia Ríos, enfermera. Posteriormente llegaron la hna. Eugenia Valdivieso, enfermera,  la hna. Teresa  Cabrera, profesora y otras más, hasta llegar la hna. Guadalupe del buen pastor (hna. Juana Filiberto Lavado) más conocida como la hna. Lupe del Estrecho.