Nuevo grupo de jóvenes en Punchana

El 2023 comienza con algo nuevo-nuevo, ilusionante y genial, ese tipo de ideas que solo pueden surgir de la creatividad luminosa del Espíritu derramada sobre unas neuronas jóvenes y capaces de soñar.

Muchas veces en el Vicariato hemos conversado acerca de la situación de los jóvenes de nuestros puestos de misión que se marchan a Iquitos. Los años de su adolescencia en sus comunidades son una experiencia hermosa: con su familia, sus amigos, el colegio, la parroquia, el deporte… Una vida abierta, libre, rural, afectivamente segura y completa, que se desmorona apenas emprenden la aventura universitaria.

De pronto en Iquitos se quedan solos y pierden todas sus referencias. Su entorno habitual, donde todos se conocen, es reemplazado por el anonimato de una ciudad enorme y peligrosa. En la facultad encuentran dificultades para hacer amigos; habitan en cuartos, con vecinos desconocidos; aparte de para las clases, apenas salen, por miedo o por falta de presupuesto, ya que movilizarse en Iquitos implicar tomar motocarro y por tanto plata. Y tampoco tienen ya un ámbito donde vivir la fe.

Así que, con Cecily (de Yanashi) y Nayelli Briana (de Islandia) a la cabeza, hemos empezado a armar en Iquitos un grupo de los jóvenes estudiantes de nuestros pueblos del Vicariato Se gestó en conversaciones y un par de reuniones en Punchana, con el asesoramiento de la hna. Griselda Arciniega y el p. César Caro; fuimos precisando la idea, escribimos, las dos coordinadoras comenzaron a contactar a algunos amigos, siempre antiguos de la pastoral juvenil, la catequesis, la parroquia.

Llegó la primera fecha: sábado 7 de enero, y en total participaron 14 jóvenes. Hubo presentaciones, risas, dinámicas, y ante todo mucho agradecimiento y mucha expectativa por estar juntos. El núcleo de esta reunión era, a partir de lo que cada cual vive, plantear qué podríamos organizar. Hubo grupos pequeños para facilitar el diálogo en torno a tres cuestiones: ¿qué necesitamos? ¿qué vamos a hacer? ¿cómo lo vamos a hacer?

El plenario puso sobre la mesa la necesidad de amistad verdadera, de acompañamiento; un lugar donde compartir la fe y retomar los valores en los que se formaron; de diversión sana, escucha y acogida. “¡Creamos un grupo!” Se concretó algo del contenido (oración, deporte, solidaridad…) y hasta se fueron decantando las coordenadas de día y hora.

El grupo está dando sus primeros pasos; veremos por dónde puede discurrir, qué va a resultar de esta aventura, y el Vicariato tratará de acompañarlos lo mejor posible. Pero una cosa es clara: de este espacio los jóvenes serán los absolutos protagonistas.

César Caro