Esta semana hemos sufrido un brote de meningitis en la capital del Putumayo que ha llevado por delante la vida de una adolescente y ha causado mal en varios que se reponen ahora de la enfermedad. Esta triste noticia ha ocasionado que la provincia del Putumayo llegara a la prensa, y con ello se evidenciara su situación en el país.
A nadie escapa que Perú es un país grande, diverso y lleno de matices y circunstancias, pocos países pueden presumir, con un tamaño similar, de compartir selva, cordillera, una costa tan grande y multitud de pueblos y lenguas en todo su territorio; pero no todos los territorios viven igual, y esto ya no es algo que forme parte de lo positivo.
El Putumayo, con El Estrecho a la cabeza, es una zona de escasa comunicación con el resto del país, lo que es comprensible por ser frontera amazónica, pero nuestro estado debería invertir de forma más especial en estos lugares por ello, en lugar de tenerlos en un segundo plano frente a sitios con mejor comunicación y recursos. La salud en el Putumayo solo cuenta con un centro médico como el del Estrecho, sin quirófano ni una dotación que pueda dar cobertura a los 1.200 kilómetros de la frontera fluvial del Putumayo, dejando toda intervención seria en una evacuación por vía aérea a Iquitos, y toda intervención menor, en este amplio río, se limita a unas postas médicas que se encuentran insuficientemente dotadas.
Una picadura mortal de una serpiente, por compartir algo común, a lo largo de todo el río, queda a merced de la velocidad con que la persona afectada pueda llegar a Estrecho, aún cuando hay pueblos que distan incluso días de navegación, cuando se podría dotar a las comunidades de antídotos y una formación elemental para aplicarlos.
Igualmente, la desatención provoca que existan en zonas del río poblaciones con cuadros de malnutrición o anemia, en algunos casos con el peor resultado, aunque podría destinarse recursos a la prevención y seguimiento.
Así, la presencia del estado en la mayor parte del río se limita a la visita del PIAS que ocurre dos veces al año, con un simple día de presencia, salvo en las tres poblaciones con municipalidad, donde queda un día más.
Perú es un país maravilloso y lleno de riqueza, los males y pobrezas que hay en él no son fruto de la escasez o la maldad de sus habitantes, sino por la falta de una concienciación institucional de quiénes son los más vulnerables en este estado, y cómo redistribuir la riqueza que, tantas veces, se queda en pocas manos y no llega, ni escasamente, a los habitantes más alejados.
~Pablo Jareño López – Cuervo