
Por último, soñamos con la unión en la diversidad. La sinodalidad nos orienta a una iglesia armónica en la que todos aportan y reciben, nuestro vicariato, formado por un bellísimo mosaico de pueblos originarios, también nos refleja en su diversidad la grandeza de trabajar aportando, desde nuestras lindas diferencias, por un proyecto común unidos, aportando nuestros talentos y recibiendo el bien de los talentos ajenos. Esa unidad en la diversidad, que construimos con la luz del amor de Dios, es también un deseo para todos los pueblos de Latinoamérica y del mundo, para los miembros de todas las confesiones cristianas, recordando que Dios no nos llama a la soledad, sino a la convivencia, soñamos con que todos podamos convivir construyendo día a día esa fraternidad.