Año nuevo
El Vicariato Apostólico San José del Amazonas cierra el año 2024 con la alegría en el Señor de todo cuanto ha sido nuestro trabajo por el Reino, con su ayuda y fortaleza, con su inspiración y su bendición, a lo largo de todos los puestos de misión en los ríos Amazonas, Napo, Putumayo y Yavarí.
Iniciamos el curso con una asamblea vicarial en que pudimos compartir todos juntos nuestros deseos y propuestas, animados también por la visita del cardenal Barreto. Este año ha sido el año de la primera Asamblea de Pueblos Originarios en nuestro vicariato, como un gran hito del que confiamos que vengan muchos frutos de un trayecto que empezamos a surcar. También ha sido importante en hito de iniciar la Escuela Vicarial de Agentes de Pastoral “Lorenzo Guibord”, que será reunida nada más iniciar el año para continuar con el crecimiento en la formación de agentes en nuestro trabajo por hacer realidad el sueño eclesial del papa Francisco en “Querida Amazonía”, con la fortaleza de los frutos del sínodo de la sinodalidad, que nos anima a perseverar junto con nuestro pueblo.
Con esta suma de alegrías, vemos en el horizonte el nacimiento del nuevo año, y en él queremos dar forma a los sueños y deseos que nos acompañan.
Soñamos con la paz para todo el mundo, unidos a la iglesia que celebra este primer día del año la Jornada Mundial de la Paz. Paz que deseamos para los pueblos en conflicto, los países enfrentados o las comunidades amenazadas, pero también soñamos con la justicia necesaria para esa paz; justicia para las comunidades que ven atacados sus territorios, justicia para las familias que sufren la precariedad en los sueldos y la dificultad para llenar la canasta básica; justicia para los defensores de la Amazonía y para todos aquellos a quienes se les han arrebatado sus derechos. Que los pueblos puedan encontrarse, los enemigos reconciliarse, los empobrecidos puedan recuperar lo que les pertenece y los que causan la injusticia y la violencia depongan sus armas.
Nuestro vicariato sueña también sueña junto con la iglesia en los frutos del jubileo de la misericordia; un jubileo que nos permita trabajar la reconciliación y el perdón entre los pueblos y entre las familias, para ser agentes de perdón que puedan sembrar la fraternidad que refleje el amor de Dios que nos perdona y nos permite siempre reiniciar sin llevar cuentas del mal. Recordamos al mismo tiempo que la idea jubilar en el pueblo judío estaba asociado al perdón de las deudas, por las que muchas personas podían acabar en la esclavitud mientras unas pocas iban acaparando sus tierras y sus posesiones. Todavía hoy las deudas dirigen las vidas de muchas familias, y aún de países pobres, por lo que deseamos también que las deudas sean perdonadas para que quienes las sufren puedan lograr una vida digna liberados de ellas.
Por último, soñamos con la unión en la diversidad. La sinodalidad nos orienta a una iglesia armónica en la que todos aportan y reciben, nuestro vicariato, formado por un bellísimo mosaico de pueblos originarios, también nos refleja en su diversidad la grandeza de trabajar aportando, desde nuestras lindas diferencias, por un proyecto común unidos, aportando nuestros talentos y recibiendo el bien de los talentos ajenos. Esa unidad en la diversidad, que construimos con la luz del amor de Dios, es también un deseo para todos los pueblos de Latinoamérica y del mundo, para los miembros de todas las confesiones cristianas, recordando que Dios no nos llama a la soledad, sino a la convivencia, soñamos con que todos podamos convivir construyendo día a día esa fraternidad.
Feliz año nuevo.