Muchos días de preparación, muchas manos trabajando y muchos corazones abiertos para recibir y hospedar a unos cien invitados. El motivo: la ordenación sacerdotal de Ramón Ramírez Carihuazari. Ramón es loretano, ama la selva, los ríos, las cochas y sobre todo a su gente. De la misma manera en los dos años que lleva en la Parroquia, primero como seminarista y luego como diácono, se ha ganado el cariño de todo el pueblo. Por eso había alegría y emoción en los que aquí vivimos como en los misioneros y misioneras que viajaron desde los distintos puestos de misión del Vicariato, en su familia venida de Iquitos, Yanashi y Orán, en los misioneros de las jurisdicciones eclesiásticas vecinas de Colombia y Brasil, en los agentes de pastoral de las comunidades de la parroquia y en los amigos y amigas de las comunidades nativas Yahua. Toditos estábamos para la fiesta del padrecito Ramón.