Hoy celebramos la solemnidad de la Epifanía, la manifestación del Dios encarnado a todos los pueblos, y la llamada universal a ser pueblo de Dios.
Los magos, guiados por su conocimiento, vieron en los signos del cielo una señal que les llevo a Jesús, a quien dieron sus presentes y en quien descubrieron al Mesías, para terminar regresando a su tierra por otro camino, evitando el mal del poderoso que quería atentar contra Jesús.
Igual nuestros pueblos, con sus cosmovisiones, llegan a Dios a través de su sabiduría y sus medios; un Dios que late en la naturaleza creada, que vive en medio de nosotros, que quiere salir a su encuentro y que nos acompaña en cada persona y cada acontecimiento.
Hoy tenemos presente la universalidad de la fe, y el deseo de Dios que todas las personas y todos los pueblos formen parte del destino universal de Salvación, frente a los males que amenazan los trabajos de los pueblos en defensa de la vida, el territorio y sus derechos, Jesús nos llama a seguir construyendo su reino en un proyecto en que nadie sobra, y todos y todas somos protagonistas.